martes, 3 de abril de 2012

Sobre las sorpresas

Las palabras, de lograr llegar hasta los labios, siempre habían mentido. A lo mejor es natural con las cosas que se sienten en secreto, con las que ni el mismo corazón reconoce como propias. De vez en cuando los cuerpos se traicionan. Se hablan, se dicen que están nerviosos. Encontramos consuelo en la supuesta inocencia de nuestros juegos. Hacemos del contacto una tradición disfrazada para pretextar su urgencia. No son tradicionales ni la manera en que me miras ni la manera en que te miro; ni la forma en que me quieres ni la forma en que te quiero. He llorado como llora la sal negando que te necesito. Hoy me condeno feliz por haber asesinado a la culpa y al miedo. He descubierto que es posible sentir con el alma, el corazón y el cuerpo al mismo tiempo. Escribiría mi cinismo con letras escarlatas: no lo siento.


Una vez me dijiste algo. Los años no borraron la impresión de tus palabras en mi piel. Las partes de mi cuerpo que me hacen diferente a ti se burlaban, latentes, de nuestro afán de ser iguales. De pronto, reconocerte ajena a mí, para ser uno contigo. Tomaste el primer camino que nos regalara distancia. Lo esperaba. Las tradiciones son lo contrario de las sorpresas. Te miro. Estamos en donde siempre estuvimos, como siempre quisimos estar. No imagino ningún mañana, como no recuerdo ya el ayer. Eres eterna, te dije con los dedos cuando me quedé dormido. ¿No te había dicho que hablo dormido?

3 comentarios:

Pregunta, critica, opina... todo menos hacerme sentir que hablo sola. ¡Hey! zaz, creo que sí hablo sola...