miércoles, 9 de abril de 2014

Botella-candelabro y algo más

No sé por qué no sale en esta foto, pero esas botellas tienen velas blancas encendidas en el cuello.

Hace mucho tiempo que empecé a viajar, he estado diciendo adiós desde que tengo memoria. Cada cierto tiempo sucede que me harto de los lugares, las personas, los barrios y simplemente agarro mis cosas y me voy.

Me prometí dejar de hacer eso hace unos meses cuando por fin encontré este departamento. Poco a poco lo he ido llenando de muebles y de otras cosas que sería difícil agarrar cuando quisiera irme de nuevo. Pero como lo poco que tenía eran recuerdos de viajes, ya parece el tema de mi decoración. Y bueno, ya lo hago a propósito. 

Desde que empecé a escribir, hace como 20 años, siempre he imaginado que es como lanzar una botella al mar: parto de la base de que nadie la va a encontrar, y de que, si llegaran a leerme, de todos modos no podrían hacer gran cosa para salvarme. En eso pensaba el otro día mientras ponía unas velas en las botellas vacías que tanta fiesta en mi nueva casa me ha hecho acumular.

Entonces recordé que cuando me regalaron un montón de libros viejos había uno de viajes y batallas del que sólo pude salvar algunas páginas con mapas y manuscritos. Puse las hojas dentro de mis botellitas, ¿qué tal que un día sí me vienen a salvar? Ahí están mis coordenadas, ya naufragué en esta ciudad y no creo volverme a ir, o por lo menos no muy pronto.



Así que aquí lo tienen, una idea muy simple para reinventar un clásico. Y ya me voy porque estoy de malas. Adiós.


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