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¿Buscando algún burro en el horizonte, M? |
Doña Márgara se casó a los 53 años con un amigo de su sobrina. Se lo pidieron de favor pues él era ruso (además de 20 años más chico que ella) y necesitaba los papeles para quedarse en el país. Entonces fue cuando ella se dio cuenta de que no había llegado el amor a su vida. Le dijo que sí, y guarda con sentimiento la fotografía de su boda con aquel muchacho que "seguido venía a visitarla" y ahora vive en Rusia con su pareja homosexual.
Lo primero que me gustó de su casa fue su decoración kitsch, un gusto que evidentemente no heredé de mis padres. Decoré la recámara que me renta en el mismo estilo y a veces entra en ella para decirme que me quedó muy linda. Hay tres habitaciones más arriba, que doña Márgara renta a "señoritas honorables" desde hace muchos años. Ella vive en la parte de abajo, en una recámara improvisada a la que me he atrevido a asomarme muy pocas veces. Desde que se levanta alrededor de las doce del día, hasta que se acuesta de madrugada, Doña Márgara tiene prendida la televisión a todo volumen. Es lo último que apaga antes de prender, también a todo volumen, el radio que la arrulla para poder dormir. Es sorda de un lado, ciega del otro, camina despacio con ayuda de un bastón. Yo siempre trato de que no me note ni cuando llego ni cuando me voy, y a veces aprovecho el encontrarla absorta en la telenovela para quedarme mirándola.