El otro día encontré un mueble en la basura, y lo recogí porque estoy loca. tenía varias ideas para restaurarlo pero como vi que se estaba quedando como un proyecto pendiente más, el viernes decidí usar al menos los cajones.
Después de rociarlos bien con insecticida, por si las moscas (o las cucarachas), pinté el interior de los dos más pequeños y los colgué con taquetes y tornillos en la pared. Tal cual. Ahora son unas lindas repisas para los libros infantiles que tengo, mi colección de marcianitos de Toy Story y una foto de la reciente primera comunión de mi sobrina.
Del cajón grande pinté la parte de enfrente, le forré por dentro con papel tapiz y lo pegué a una mesita plegable que pinté también. Además, le cambié la manija por una más hipster pinterestosa que era casi del color de mi pintura.
Algo le faltaba además del colchón que compré hace días y nada más no llega. Pronto le pondré cuadros, que es lo que no se deja de comprar en esta casa, pero también tenía ganas de mover mi obsesión por el punto de cruz a la pared.
Así que con un lápiz, un nivel de burbuja, una regla y muuucha paciencia, dibujé una cuadrícula en la pared, cada cuadro medía una pulgada por cada lado. Y luego seguí un patrón sencillo para pintar una rosa con pinturas vinílicas de las típicas de manualidades que venden en todas las papelerías.
Sí, crucecita por crucecita.
Mientras más pongo en un cuarto más siento que le falta, pero esto es todo al menos hasta que tenga colchón y dinero para más cuadros.
Por cierto, hablando de la primera comunión de mi sobrina, hice de recuerdo estas bolsitas de granola casera:
Fácil, nice y nadie lo va a tirar a la basura llegando a su casa. La receta está en mi otro blog :)